domingo, 14 de mayo de 2017

Composición- Transición Democrática

La transición democrática fue un proceso desarrollado durante la década de 1970 en España en el que se sustituyó el régimen dictatorial de Franco tras su muerte por un sistema democrático. El primer presidente tras la restauración de la monarquía fue Arias Navarro, con clara intención de mantener el franquismo y concordancia con los sectores inmovilistas, lo que, unido a los conflictos sociales y su mala relación con el rey, lo llevó a dimitir a mediados de 1976.
Fue entonces cuando el rey don Juan Carlos nombró a Adolfo Suárez como presidente del gobierno, por considerarlo idóneo para llevar a cabo la transición a pesar de la oposición generalizada incluso entre los reformistas. Él tomó la iniciativa política e imprimió un nuevo ritmo a las reformas, frenando a los franquistas y luchando por el consenso político (Doc. 1), al mismo tiempo que su gobierno hacía frente a la crisis y a los frecuentes ataques terroristas de ETA y GRAPO.
El proyecto más ambicioso por parte de Suárez fue la ley para la Reforma Política, aprobada en noviembre de 1976 (Doc. 2) y que guardó siempre la legalidad vigente según el lema de “ir de una situación a otra desde la ley”. El objetivo de la ley era cambiar el sistema normativo basado en las Leyes Fundamentales del Reino y en los principios del Movimiento, por otro democrático que recuperase la soberanía popular, estableciese unas Cortes con miembros elegidos por sufragio universal, elaborase una Constitución y declarase los derechos fundamentales de las personas. Para su aprobación, fue importante la figura de Torcuato Fernández Miranda, que redactó el primer borrador y convenció al bando franquista para dar su consenso.
Desde la muerte de Franco, los partidos, aún ilegales, actuaban con relativa tolerancia. El PSOE celebró su XXVII Congreso en Madrid en diciembre de 1976. Los líderes socialistas europeos lo apoyaron, y Felipe González se mostró moderado y dispuesto a participar en el juego electoral, incluso sin estar legalizados todos los partidos. Santiago Carrillo, líder del PCE, fue detenido en Madrid a finales de diciembre y puesto en libertad pocos días después. Adolfo Suárez legalizó casi todos los partidos, y a pesar de la negativa del principio, acabó legalizando también el Partido Comunista, lo que supuso numerosas quejas por parte de los militares.
En 1976 la Junta Democrática (PCE) y la Plataforma de Convergencia (PSOE) se unieron formando la Coordinación Democrática, conocida también como Platajunta, que englobaba a todas las fuerzas políticas y sindicales antifranquistas.
Con vistas a las elecciones libres, Adolfo Suárez formó la coalición de Unión de Centro Democrático (UCD), compuesta por un conglomerado de grupos minoritarios reformistas de diversas tendencias, y en junio de 1977 se celebraron. Durante su campaña (Doc.3) prometió, entre otras cosas, la elaboración de la Constitución, el acercamiento a todos los partidos y la institucionalización de cada región española.
Según la ya mencionada ley para la Reforma Política, las Cortes quedaban compuestas por dos cámaras, el Congreso de los Diputados y el Senado. Para el primero se aplicaba la ley D’Hont, que favorecía a los partidos mayoritarios y a los nacionalistas y a las provincias con menos habitantes. Para el segundo se usaba un sistema mayoritario y de cuatro senadores por provincia. Con mayor número de votos y gobierno en minoría se alzó UCD, y el rey proclamó como presidente a Adolfo Suárez. Durante su presidencia, es importante destacar la firma de los Pactos de la Moncloa, que buscaban una solución a la crisis y, simultáneamente, promocionar la imagen de gobierno comunicativo y abierto al consenso.
Es en 1978 cuando se aprobó la Constitución (Doc. 4), y en ella se proclamaba a España como “Estado social y democrático de Derecho” y su forma política como “Monarquía Parlamentaria”, y se establecía también la división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial, entre otros. Además, se continuaba el recientemente iniciado proceso autonómico, con el que se acabarían reconociendo los nacionalismos históricos de Cataluña, País Vasco y Galicia hasta entonces enmudecidos, y el mapa español pasaría a estar formado por 17 comunidades autónomas además de las ciudades de Ceuta y Melilla.
Las elecciones de 1979 tuvieron un resultado semejante a las anteriores, pero las crecientes discrepancias dentro de UCD, la crisis económica, el terrorismo y la continuidad de los problemas autonómicos derivó en una crisis dentro del partido, que el PSOE aprovecharía para presentar una moción de censura que, a pesar de no dar resultado, consolidó al partido como mejor alternativa a UCD. Tras estos problemas, Adolfo Suárez dimitió en enero de 1981, y se escogió como sustituto a Calvo Sotelo.
El 23 de febrero de ese año, mientras se celebraba la investidura del nuevo presidente,  un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Tejero asaltó el Congreso de los Diputados. Al mismo tiempo, en Valencia, el capitán general Milans del Bosch declaraba el estado de guerra y sacaba los carros de combate a la calle. En Madrid el general Armada, con algunos apoyos civiles, pretendía formar un gobierno de concentración.
La actuación del rey fue rápida y oportuna para hacer fracasar el golpe de Estado (Doc.5), y su mensaje agradó incluso a los que se oponían a la corona.
Durante el breve gobierno de Calvo Sotelo lo más destacable fue la polémica entrada en la OTAN, pero la UCD se acabó desintegrando entre 1981 y 1982, y se celebraron otras elecciones en octubre de 1982 (Doc. 6)
El PSOE ganó con mayoría absoluta, UCD, ya en sus últimos momentos, obtuvo unos resultados muy pobres y como segundo partido más votado quedó Alianza Popular. Se nombró como presidente a Felipe González.
                                                                                               Patricia Andión Marchena
                                                                                                           2ºBAC-B

domingo, 30 de abril de 2017

Fase desarrollista política

Composición- Guerra Civil

La Guerra Civil
   
    El Frente Popular, constituido por el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Comunista, la izquierda Republicana y otros grupos de izquierdas, ganó las elecciones de 1936, tras lo cual, aumentaron los ataques de los partidos de derechas y franquistas.
    Algunos mandos militares planearon una sublevación contra la República, y es importante resaltar que en abril de ese año fue asesinado Andrés Sáenz de Heredia, primo del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera, a manos de las milicias de la juventud socialista. Como respuesta, en julio mataron al líder de las milicias, el general José Castillo.
    Esto dio lugar a otro ataque por parte de la izquierda, que eliminó al derechista José Calvo Sotelo, el diputado de Renovación Española, dando como resultado un planificado golpe en el que derivó la Guerra Civil española.
    Se inició la sublevación militar el 17 de julio, y dos días después, el 19, la política española conocida como la Pasionaria, Dolores Ibárruri, llamó a los republicanos, antifascistas y obreros a resistir y luchar por la República (Doc. 1).
    Tras el fracaso del golpe e inicio del conflicto bélico en España, los países europeos se posicionaron en uno u otro bando. Aún así, constituyeron el Comité de No Intervención, pues consideraban que era un problema que la propia España debía resolver, pero los principios del comité fueron ignorados desde el primer momento, sobretodo por los aliados fascistas, Alemania e Italia, que lo hacían bajo la excusa de la lucha antibolchevique (Doc. 2), cuando en realidad se movían únicamente por intereses propios, entre ellos, la práctica para una posible Segunda Guerra Mundial.
    Además de estos aliados, Franco contó con ayuda de Marruecos y América, lo que fue decisivo para su posterior victoria.
    En cambio, la República, que solo se vio apoyada por la URSS y sus Brigadas Internacionales, contó con muchas dificultades, pues Francia e Inglaterra se mostraban reticentes a ayudar, con la excusa de estar siguiendo las normas del comité, cuando en realidad temían romper la frágil paz con la Alemania Nazi si intervenían.
    Volviendo de nuevo a España, la izquierda se presentó cada vez más dividida. (Doc. 3, 4 y 5). La CNT y la FAI, continuando con la revolución bolchevique, buscaban un gobierno del pueblo y para el pueblo; el PCE defendía la República Democrática, y la UGT, liderada por el presidente y anterior ministro de trabajo de la República, Largo Caballero, apoyaba la lucha contra los sublevados para llevar a cabo cuanto antes una revolución del proletariado.
    Tan sólo tres meses después del golpe, la Junta de Defensa proclamó a Franco “Generalísimo de los Ejércitos” y “Jefe de Gobierno”, otorgándole todo el poder militar y político. Tras esto, la Junta de Defensa fue disuelta y se constituyó, como órgano consultivo, la Junta Técnica del Estado. El líder de la CEDA, Ramón Serrano Suñer, convenció a Franco para formar un régimen de partido único tomando como ejemplo el italiano, a través de la unificación de la Falange y la Comunión Tradicionalista, constituyendo finalmente la “Falange Española Tradicionalista y de las JONS”, basado en los principios de la propia Falange (Doc. 6).
    La falta de apoyos, unida a la fragmentación y revueltas del bando republicano, derivó en el avance de los sublevados, acabando así con la resistencia de la izquierda. El 28 de marzo de 1939 cae Madrid, y en los días posteriores, las últimas capitales de provincia en la que aguantaban los últimos republicanos: Albacete, Almería, Ciudad Real, Jaen, Valencia, Alicante, y por último, el día 31, Murcia y Cartagena.
    Al día siguiente, Franco publica su último parte de guerra, en el que proclama su victoria y el fin del conflicto (Doc. 7). Con un resultado de unas 600.000 víctimas mortales y el equivalente en exiliados, así terminó el enfrentamiento previo a los más de 35 años de franquismo, censura y opresión que definieron a España durante décadas. Las consecuencias más inmediatas a este hecho, entre otras, fueron el final de la “República democrática de trabajadores de todas las clases”, proclamada en 1931, y el posterior inicio de la Segunda Guerra Mundial.
                                                                            
                                                                                               Patricia Andión Marchena- 2º BAC-B

Composición- Restauración

La crisis de la Restauración

    La Restauración es el período histórico inmediatamente posterior al Sexenio Revolucionario, que tuvo su origen en 1874 tras la firma del manifiesto de Sandhurst por parte de Alfonso XII, para recuperar la monarquía borbónica en España. Tanto el manifiesto como el proceso restaurador fueron organizados por Cánovas del Castillo, y sus principales fundamentos fueron, entre otros, la soberanía compartida entre rey y Cortes, el ejército al margen de la política y el sistema electoral basado en el turnismo a través del fraude en las elecciones. Dos años después se aprobó la Constitución de 1876, la más duradera hasta entonces, pues su espíritu residía en el pacto político entre el partido conservador de Cánovas y el partido liberal de Sagasta.
    El sistema, que contaba con una estabilidad nunca antes vista, comenzó a decaer a partir del desastre de 1898, tras el que las tres colonias que le quedaban a España, Puerto Rico, Filipinas y Cuba, consiguieron su independencia, esta última apoyada por Estados Unidos. Este hecho produjo una depresión generalizada en la población y despertó malestar y recelo en los crecientes movimientos nacionalistas, protagonistas de futuras protestas y revoluciones populares.
    Una de las primeras y peores crisis del período fue aquella en la que un grupo de oficiales militares asaltó la redacción de revistas y periódicos catalanes acusándolos de ataques al ejército (Doc.1). Tras esto, se aprobó la ley de jurisdicciones, en la que el sector militar conseguía el derecho a juzgar cualquier delito que remitiese al ejército, ganando así mayor poder en la política. Todo ello, unido a la clara idea de España unificada que predicaban, dio lugar a su rivalidad con los sectores nacionalistas y separatistas.
Pero los conflictos con Cataluña no acabaron ahí, pues para conseguir la reafirmación del poder español sobre la zona africana del Rif, en 1909 decidieron movilizar a los reservistas catalanes, lo que derivó en la huelga general contra la guerra, y una posterior revuelta sangrienta conocida como la Semana Trágica. Entonces se aplicaron numerosos juicios a través de la mencionada ley de jurisdicciones.
    Otro de los conflictos emergido con fuerza, fue el de los movimientos obreros, la CNT de corte anarquista, y la socialista UGT, cuyos afiliados comenzaron a aumentar considerablemente en número con el cambio de siglo. Durante la crisis de la restauración surgen numerosas revueltas y huelgas (Doc.2) a favor de un gobierno realmente escogido por el pueblo, sin el fraude turnista que la caracterizaba.
    Todo lo anterior minaba la credibilidad de la Restauración, y se vio reflejado, como la tabla del Doc. 4 lo demuestra, en la creciente inestabilidad política, llegando a subir al poder gobiernos que duraban meses o incluso pocos días, y esto supuso la fractura del turnismo que hasta entonces dominaba el país.
    Ya entrando en la segunda década del siglo XX, se produjo un nuevo golpe al sistema, el desastre de Annual y desembarco en Alhucemas, en el que el general Silvestre desobedeció órdenes e intentó ocupar toda la zona africana. El resultado fue, como en la viñeta del Doc. 3 se puede apreciar, desastroso, ya que murieron o desaparecieron más de 10000 soldados españoles. Poco después se exigieron responsabilidades en numerosos debates, y esto acrecentó el desprestigio del régimen. Llegó a redactarse un informe que buscaba resolver este problema, pero poco antes de que llegase a las Cortes, el golpe de Estado de Primo de Rivera imponía una dictadura como “solución” a la crisis.
    El general Primo de Rivera justificó su acción como única forma de evitar el final trágico de una España en creciente crisis (Doc. 5), y para ello contó con el apoyo de la corona, la Iglesia y la opinión pública. A continuación, el rey Alfonso XIII lo llamó a formar gobierno, y le concedió el cargo de presidente y ministro único del Directorio Militar, período de dos años en estado de guerra, para luego pasar al Directorio Civil como segunda fase de la dictadura, que se caracterizó por la reducción de los conflictos sociales y fomento de obras públicas. Tras una sucesión de conflictos por la oposición a la dictadura, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930, y después del intento frustrado de restaurar la alternancia política, venció el bando republicano en las elecciones, lo que obligó a Alfonso XIII a exiliarse. Así daba comienzo una breve pero positiva etapa de la historia de España, la Segunda República.

                                                                        Patricia Andión Marchena 2ºBAC-B